Hace mucho tiempo existía en un pueblo una chica llamada Magdalena. El abuelo de dicha chica padecía cáncer y los médicos decían que no viviría mucho tiempo. El anciano hizo el testamento y dejó parte de herencia a Magdalena. El día de la muerte Magdalena se puso muy triste pero como ponía en el testamento, tuvo su parte de herencia, la cual era una muñeca de porcelana. Para ser sinceros a Magdalena no la gustó nada la muñeca y terminó tirándola a la basura. Por dentro se sentía triste por rechazar de ese modo la herencia del abuelo y quería recuperarla. Por la noche, cuando se acostó vio la muñeca dentro de su cama y al lado de ella había una nota en la que ponía: "La herencia del abuelo".
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